¿Cómo funciona el sistema  urinario?

Una vez la orina es producida en los riñones y recogida por los cálices y la  pelvis renal, ésta desciende por los uréteres hasta la vejiga. Los uréteres  son unos tubos muy finos, de unos 5 mm de diámetro, que tienen  movimientos peristálticos (como los del intestino) que permiten a la orina  avanzar más fácilmente. Una vez llegada a la vejiga, la orina queda  almacenada en ella hasta que es expulsada durante la micción.

 El funcionamiento de la vejiga es muy complejo, pues depende de tres  tipos de nervios diferentes, a saber: el nervio hipogástrico perteneciente al  sistema nervioso simpático, el nervio pélvico perteneciente al  parasimpático y el nervio pudendo perteneciente al sistema nervioso  voluntario o somático. El sistema nervioso simpático y el parasimpático  pertenecen al sistema nervioso autónomo, que tal y como su nombre  indica, es un sistema nervioso que no está bajo el control voluntario del  cerebro. No es el objetivo de este artículo explicar detalladamente el  complejo reflejo de la micción, destacaré únicamente que todos estos  nervios parten de núcleos de neuronas que se encuentran en la médula  espinal (T11-L2 para el nervio hipogástrico, S2-S4 para el nervio pélvico y  para el pudendo), que a su vez están regulados por estructuras cerebrales  superiores. De tal manera, que se puede  imaginar que cuando hay problemas en la columna vertebral (una hernia de  disco por ejemplo) o existe una enfermedad neurológica (como por  ejemplo la enfermedad de Parkinson, Alzheimer, la esclerosis múltiple o un  ICTUS, entre muchas otras) el reflejo de la micción puede verse afectado.  En condiciones normales, el trabajo coordinado de estos tres sistemas  nerviosos es fundamental para que tanto la micción como la continencia  ocurran de manera adecuada. Así, durante la micción debe producirse una  contracción del músculo detrusor de la vejiga gracias al impulso nervioso  que recibe de las fibras parasimpáticas, al mismo tiempo que el cuello  vesical (o esfínter interno) y el esfínter externo se relajan, el primero  gobernado por las fibras simpáticas y el segundo por las fibras somáticas  del nervio pudendo. Si esta coordinación no se produce adecuadamente,  ocurrirá una micción disinérgica o micción no coordinada, con  contracciones de uno o de los dos esfínteres durante el vaciado, un  vaciado vesical incompleto, o las dos cosas a la vez. Fuera de las  micciones, el músculo detrusor está en reposo gracias a que existe un alto tono simpático y un bajo tono parasimpático que permite relajar sus fibras  y dar capacidad a la vejiga. Al mismo tiempo, el cuello vesical está  contraído gracias al simpático también y el esfínter externo contraído  gracias a la acción del nervio pudendo. Esta situación nos permite ser continentes y no perder la orina mientras la  vejiga se está llenando.

 Habiendo visto esto, podemos comprender que cualquier obstrucción a  la salida de la orina, ya sea de origen anatómico (hipertrofia de la próstata,  estenosis cicatricial o congénita de la uretra) o de origen funcional por la  cual no se relajan bien los esfínteres al orinar (micción no coordinada,  disinergia de causa neurológica), puede  favorecer las infecciones de orina,  al igual que cualquier enfermedad que provoque una debilidad del músculo  de la vejiga que no permita que éste expulse correctamente la orina,  aunque no haya ninguna obstrucción.