El estreñimiento y su relación con  las infecciones de orina

Desde hace mucho tiempo, se conoce la relación entre los problemas  intestinales, en especial el estreñimiento y la diarrea, y la frecuencia de las  infecciones de orina, tanto en niños como en adultos. Clásicamente, se ha  estimado que la “sobrecarga” de bacterias intestinales en el área perineal  podría ser la causa, provocando una invasión de la vejiga por vecindad, y  las consiguientes infecciones urinarias. Sin embargo, esta teoría no explica  por qué no todas las personas con problemas de tránsito intestinal  presentan infecciones de orina, sobre todo teniendo en cuenta lo  frecuentes que son estas patologías, en especial el estreñimiento.

Según el NIH (instituto de salud de los Estados Unidos de América), el  estreñimiento es una situación que se da cuando hay:

  • Una disminución en la frecuencia de la defecación (menos de tres veces por semana)
  • Una dificultad o dolor para evacuar las heces
  • Heces duras, secas o terrosas
  • Una sensación de no haber evacuado todas las heces

Afecta al 15% de la población, y en especial a la población mayor de 60  años, donde su prevalencia es de una de cada tres personas.  Clásicamente, se contemplan varias causas:

  • Presencia de un tránsito lento, a menudo por un origen dietético (bajo consumo de líquidos y/o de fibra alimentaria) o por falta de  ejercicio físico, aunque también de manera natural por el  envejecimiento.
  • Un problema funcional a nivel del suelo pélvico (ausencia de relajación del esfínter anal durante la defecación que puede producir  una dilatación retrógrada del intestino)
  • Ciertas enfermedades como el intestino irritable, la diabetes o el  hipotiroidismo, intolerancias o alergias alimentarias como la  enfermedad celíaca, enfermedades neurológicas como el Parkinson,  el Alzheimer o las lesiones medulares, problemas obstructivos anatómicos o tumorales, etc.
  • La ingesta de ciertos fármacos: anticolinérgicos o antiespasmódicos, como los que se utilizan para tratar la vejiga  hiperactiva o la diarrea, antiácidos que contengan aluminio y calcio, antihipertensivos bloqueantes de los canales de calcio o diuréticos,  suplementos de hierro, tratamientos neurológicos para el Parkinson o la depresión, analgésicos o antitusígenos opiáceos (morfina, tramadol, codeína, fentanilo, etc.)

Situaciones naturales como el embarazo, debido a un aumento de  los niveles sanguíneos de la hormona progesterona, que ralentiza el tránsito intestinal al relajar el músculo liso del colon.

La consistencia y forma de las heces se mide por una escala visual llamada “Escala de Bristol”, que resulta muy útil para poder hacernos una  idea concreta de las heces de un paciente y que puedes encontrar en internet.