La influencia de los alimentos en la microbiota intestinal

Hay una cosa evidente y demostrada científicamente, y es que los alimentos que tomamos influyen en el tipo de microbiota intestinal que tenemos. Existe tanta literatura al respecto que sería imposible resumirlo todo en este artículo. Esto no es sólo la consecuencia de que ciertos microorganismos de nuestra microbiota tengan preferencia por un tipo de alimentos u otro, desarrollándose más según lo que comemos (efecto prebiótico de la comida). Es un mecanismo mucho más complejo en el que ciertos alimentos pueden provocar reacciones inflamatorias diferentes a nivel intestinal, ciertos gérmenes favorecen o inhiben el desarrollo de otros, o ciertos componentes de los alimentos, y en especial los aditivos, productos fitosanitarios y otros, pueden ser tóxicos para algunos microorganismos más que para otros. Hay que destacar el uso de pesticidas, antibióticos y antifúngicos (antibióticos específicos para hongos y levaduras) en los alimentos, tanto en los alimentos administrados al ganado, las aves o a los peces de piscifactoría, como directamente a los alimentos de cultivo destinados a los humanos para evitar plagas y mejorar su conservación. El consumo frecuente de esto alimentos tratados con fitoquímicos favorece una alteración rápida y duradera de la microbiota intestinal, pues viene a ser prácticamente lo mismo que estar continuamente tomando antibióticos por boca. Además, al estar tan expuestos a estos productos de manera frecuente, los microorganismos de nuestro intestino acaban desarrollando resistencias microbianas por “selección natural”, como cuando tomamos muchos antibióticos. Estos gérmenes multirresistentes tendrán más poder patogénico y provocarán infecciones más difíciles de tratar. Asimismo, influirán de manera negativa en la microbiota vaginal y urogenital, pues, como sabes, todo está relacionado. Un ejemplo de ello es la posible relación existente entre el consumo de carne de pollos o cerdos tratados con antibióticos y las cistitis infecciosas. Algunos artículos científicos han relacionado la presencia de cepas uropatógenas de la bacteria Escherichia coli en la carne de estos animales con un mayor riesgo de padecer infecciones urinarias de repetición, aunque existe cierta controversia al respecto. Se puede suponer que, además de actuar a nivel local, cuando ingerimos ciertas de estas substancias antibióticas o similares una parte de ellas será absorbida por el intestino, pasará a nuestro cuerpo, y será eliminada al menos en parte por los riñones hacia la orina. Por ello es probable que este sea otro de los mecanismos por el cual la microbiota urinaria se ve alterada cuando este tipo de productos está presente en nuestros alimentos. De ahí la importancia de consumir, en la medida de lo posible, alimentos bio / orgánicos que (en teoría) están libres de estos tóxicos.