Los principales metales pesados son el mercurio, el cadmio, el plomo y el arsénico. Son sustancias que se utilizan de manera habitual en la industria y que actualmente contaminan nuestros suelos y nuestras aguas (dulces y saladas). En los próximos artículos veremos someramente uno a uno.
Un pequeño apunte en relación con la exposición a metales, y en especial a metales pesados. Cada vez se sospecha más la relación entre el daño que producen las ondas electromagnéticas (WI-FI, antenas 4G y 5G, microondas, cableados eléctricos) y la sobrecarga de metales pesados. Las personas con hipersensibilidad electromagnética tienen a menudo alguna intoxicación por metales pesados. No voy a adentrarme en este tema, pero una pequeña pista sería el tener cuidado con la exposición a estas ondas. Apagar el wifi o el móvil en casa por la noche, por ejemplo, es un gesto sencillo que nuestra salud agradecerá.
Tenemos que saber que todos nosotros estamos expuestos a los metales tóxicos, que se encuentran en nuestro entorno y son difíciles de eliminar. La mayoría de las veces esta exposición es poco dañina, pero puede tener efectos sobre nuestra vejiga, ya sea por un efecto neurotóxico con alteración del sistema nervioso autónomo que controla este órgano, como alteración del sistema inmunitario que lo protege de infecciones, o también por daño directo. Así, podemos hacer mucho bien a nuestra vejiga evitando estos metales.
Aluminio
Aunque el aluminio (Al) no es un metal pesado (es tan sólo un metal), es uno de los metales que con más frecuencia nos contamina. Se encuentra en el aire respirado, en los alimentos, tanto por contaminación directa (cuidado con la soja, el té y el tomillo) como por el contacto con los utensilios de cocina que a menudo son de este material (sartenes, ollas, etc.), papel de aluminio, cápsulas de café o latas de conserva, en muchas vacunas y otros medicamentos como algunos antiácidos. También se encuentra en muchos productos de higiene personal, y en especial en los desodorantes y pastas de dientes.
Aunque su absorción a nivel intestinal es baja, siendo un metal muy ubicuo, se conocen sus riesgos para la salud. Es neurotóxico, y se ha asociado al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y a trastornos del neurodesarrollo en niños, como el autismo. Las neuronas del hipocampo, responsables de la memoria, son muy susceptibles a este metal. En particular las neuronas que funcionan con el neurotransmisor acetilcolina, que además de existir en el hipocampo, resulta que es el principal neurotransmisor utilizado por el sistema nervioso parasimpático (el nervio vago, ¿te acuerdas?). Por ello, podemos hipotetizar que alteraría la función vesical probablemente, aunque no hay estudios concluyentes. Además, sabemos que el 95% del aluminio es eliminado por la orina, con lo cual nuestra vejiga está en contacto con este metal de manera permanente. También se asocia a cáncer, y en especial a cáncer de mama, aunque también se sospecha que produce cáncer de vejiga y pulmón en personas altamente expuestas.
Aunque en otros artículos hablo de pautas generales para disminuir nuestra exposición a tóxicos, quiero recalcar que el caso del aluminio es un ejemplo donde, desde nuestros hogares, podemos hacer mucho. Podemos intentar evitar este material en la cocina (cocinar con utensilios de acero inoxidable o hierro fundido, evitar las latas y las cápsulas de café). También en nuestra alimentación, no comiendo productos derivados de la soja en exceso o añadiendo unas gotas de leche de oveja o cabra preferiblemente a nuestros tés e infusiones, pues la leche disminuye la absorción intestinal. En cuanto a los productos de higiene personal, se puede evitar utilizar aquéllos que lo contengan o fabricando cosméticos caseros. En la sección de cosmética casera encontrarás unas cuantas recetas para preparar cosméticos de manera sencilla y sin tóxicos. COSMÉTICA CASERA
Arsénico
El arsénico (As). Se puede encontrar en numerosos alimentos, a menudo por contaminación de las aguas y los suelos de cultivo, así como de las aguas potables de algunos países no europeos. Se ha relacionado con el desarrollo de algunos cánceres, incluido el de vejiga. También puede afectar al corazón, al sistema nervioso central y al metabolismo de la glucosa, favoreciendo la aparición de diabetes. Se asocia con retraso psicomotor y con alteraciones de la neuroplasticidad hipotalámica (la región del cerebro que se encarga de regular muchas de nuestras hormonas y otros procesos fisiológicos). También con alteraciones en la producción de espermatozoides.
Se habla mucho del arsénico en el arroz. Es cierto que es una fuente importante de exposición, pero también lo son otros cereales como el trigo. Los cereales acumulan arsénico en su cáscara (llamada salvado). Aunque siempre se recomienda tomar cereales integrales, pues su fibra se encuentra en gran medida en la cáscara, en el caso del arroz y del trigo esta recomendación sería controvertida. Si bien en términos absolutos el trigo comporta menos arsénico que el arroz, no deja de ser una fuente no desdeñable de exposición, pues en los países occidentales solemos consumir bastante más trigo que arroz. De hecho, se considera que es probablemente la principal fuente de exposición en occidente, junto con los productos lácteos (sobre todo, en niños). Una razón más para evitar estos dos alimentos en la medida de lo posible. En el caso del arroz, sería preferible utilizar arroz semi-integral o arroz blanco, y de origen europeo. En Europa los suelos y aguas están mucho menos contaminados que en Asia (India, China y Bangladesh tienen altos niveles de arsénico). El arroz producido en la Península Ibérica contiene cantidades más bajas. Un truco para eliminar parte de su arsénico sería lavarlo bien antes de consumirlo. Incluso dejarlo en remojo unas horas, como las legumbres. En cuanto al pescado y otros animales, si bien contienen arsénico, éste se encuentra en forma orgánica, mucho menos tóxica que la forma inorgánica, la presente en las aguas y las plantas. Por ello, su contaminación es menos preocupante.
Plomo
El plomo (Pb) es un contaminante medioambiental muy frecuente. Hasta hace unos años, se encontraba en los combustibles. Desde la prohibición de la gasolina sin plomo, sus niveles han descendido, pero seguimos estando muy expuestos. Se ha asociado con trastornos del neurodesarrollo en niños. Y lo que más nos interesa a nosotros: produce alteraciones en el sistema nervioso autónomo y en el funcionamiento del sistema inmunitario, tanto a nivel de la respuesta humoral como de la celular, de las que hablamos en otro artículo. Así, una exposición frecuente al plomo puede amenazar la salud de nuestra vejiga. Aunque es difícil protegerse de este metal, hay que saber que podemos estar expuestos sin ser conscientes, si las tuberías de nuestro hogar o lugar de trabajo están hechas de plomo, o si las pinturas de nuestra casa o juguetes infantiles lo llevan. Es importante informarse de esto para poder remediarlo.
Cadmio
El cadmio (Cd) es un metal pesado que procede de la actividad industrial. Se encuentra en los alimentos, pero una de las principales fuentes de exposición es el humo del tabaco. Es especialmente problemático pues nuestro cuerpo no dispone de mecanismos de detoxificación que lo hagan menos tóxico, y por ello tarda mucho en ser eliminado. Favorece el estrés oxidativo y daños en la reparación del ADN, además de interferir en la acción de minerales importantes como el zinc y el magnesio. Por ello, se considera un agente cancerígeno. Se ha asociado con tumores urogenitales (riñón, vejiga, próstata). Aunque es un metal muy ubicuo y es difícil evitar la exposición ambiental, sí que hay una cosa que podemos hacer para exponernos menos, y es ir pensando en dejar de fumar…
Mercurio
El mercurio (Hg) es conocido por su presencia en las aguas marinas. Mucha gente evita comer pescado por el miedo a la contaminación por este metal. Es cierto. El mercurio se acumula en nuestro tejido graso, incluido el cerebro, e interfiere con la función neurológica, y en especial con la función del sistema nervioso autónomo del cual ya hemos hablado, que es tan importante para regular la función de la vejiga. Sin embargo, tenemos que saber que el contenido en mercurio de los animales marinos varía en función de su porcentaje de grasa y de su nivel en la cadena alimentaria. Así, el pescado blanco, menos graso, contiene menos que el azul. Y los peces de pequeño tamaño o herbívoros menos que los peces depredadores de mayor tamaño. Esto es así pues los peces más grandes acumulan su “propio mercurio” más el que obtienen ingiriendo peces que también llevan mercurio. En cualquier caso, no debemos ser alarmistas pues nuestro cuerpo es capaz de eliminar estas sustancias si se ingieren en cantidades “seguras”. Lo interesante es conocer que existen, y sobre todo conocer algunas estrategias para disminuir nuestra exposición. En el caso del pescado, no recomiendo dejar de tomar pescado azul y limitarse al blanco, pues el contenido de ácidos grasos omega 3, tan beneficiosos para nuestra salud, es mucho más elevado en los pescados azules. Además, el pescado contiene bastante selenio, que contrarresta el efecto tóxico del mercurio. Lo que sí recomiendo es evitar el pescado azul de mayor tamaño (atún, sobre todo el atún rojo, pez espada, cazón, rape). Es mejor priorizar la ingesta de pescados pequeños como las sardinas, arenques, caballa, boquerones, cuyo contenido en omega 3 es muy alto pero el contenido en mercurio es bajo. El salmón también contiene poco mercurio. Una nota importante: a la hora de elegir el origen del pescado que compramos, siempre es preferible que lleve el sello “MSC”, pues, además de garantizar una pesca respetuosa, garantiza que se trata de animales salvajes y no de piscifactoría, que han comido de forma natural y no han sido alimentados con soja o cereales. Otra fuente de mercurio son las amalgamas de los dientes. Actualmente no se utilizan, pero mucha gente las lleva aún. Pueden ser una fuente de exposición crónica al mercurio que a menudo no se tiene en cuenta. Es importante decir que, si se opta por retirarlas, es preciso contactar con un odontólogo que realice un protocolo de extracción segura de estas amalgamas, como el protocolo “SMART” de la International Academy of Oral Medicine and Toxicology (IAOMT). Una amalgama de mercurio retirada sin un protocolo de seguridad puede provocar una intoxicación por este metal, con efectos graves sobre la salud.
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